Opinión: Consola nueva, historia vieja.



¿Qué pasaría realmente si Sega sacase una nueva consola?

Hace unos días saltaba la noticia de que en un próximo número de la revista Famitsu se iba a publicar un artículo exclusivo que hablaba sobre un importante anuncio por parte de Sega, en el cuál, y según las palabras del propio periodista encargado, se anunciaría un nuevo y revolucionario hardware llamado a revolucionar el mundo del videojuego.

Naturalmente no tardó en montarse el caos habitual que se produce cada vez que alguien “estornuda” en Sega, con clickbaits, infancias, toda clase de fakes, y la típica parafernalia de siempre. Pero hoy no vengo a hablar de eso, de lo cual por cierto ya he hablado de sobra por otras vías. Y es que al margen de todo este habitual gallinero que se monta entorno a Sega, lo cierto es que esta vez, y sin que sirva de precedente, si que podría haber algo importante detrás de todo esto.

¿Podría celebrar Sega su 60 aniversario una nueva consola o similar? La respuesta a esto es, por una vez, si. Pero dentro de un amplio abanico de otras opciones, claro está. Lo primero es llamar a la calma y no dejarse llevar por el hype, ya que luego vienen las decepciones de las que incomprensiblemente se acusa a la propia Sega, como si esta fuese responsable de algún modo de que tengamos una imaginación demasiado activa.

La cuestión que yo planteo es: ¿Qué pasaría realmente si Sega sacase una nueva consola? Naturalmente los fans seríamos pasto del hype, y en un primer momento la locura inundaría las redes convirtiéndola en trending topic mundial. ¿Pero y luego qué? ¿Se trataría de una alegría compartida por todos? Lo más probable es que no, ni mucho menos. De hecho a medida que se fuese apagando el griterío inicial de los fans, comenzarían a vérsele las orejas al lobo…

¿Y qué lobo es ese? Pues uno llamado “odio”, ese viejo enemigo que ha acompañado a Sega durante décadas, y que haría que los gritos de alegría fuesen eclipsados por agoreros mensajes provenientes de diversos grupos habitantes de las redes. Por un lado tendríamos a los propios medios, que no dudarían en muchos casos en utilizar el “sacapuntas” para hacer notar los múltiples “fracasos” de Sega en el pasado, algo que ya hacen a menudo incluso sin que haya consola nueva de por medio.

El próximo número de Famitsu podría revelar algo muy importante sobre Sega.

Lo siguiente serían los fanboys de cualquier otra plataforma, que no verían bien eso de que se metiese otra piraña en el acuario. Esto es algo que hemos visto incluso con la Intellivision Amico, una consola que ni siquiera pretende competir con las demás, si no buscar su propio público entre los jugadores retro. A pesar de ello, la consola es victima de ataques continuos por parte de fanboys de otras plataformas, que no dudan en ridiculizarla, o en acusar de estafadores a sus creadores sin base alguna.

¿Creéis que no se haría lo mismo con la nueva máquina de Sega? Cierto, no sería igual, sería incluso peor… Y es que, si ocurre esto con una marca tan “inocua” como Intellivision, sería de género ingenuo pensar que no iba a ocurrir con Sega, que es (por mucho que nos duela) una de las compañías más incomprensiblemente odiadas y apaleadas de la historia del videojuego.

Habrá quien piense: “Bueno, qué más da lo que digan los haters mientras a la consola le vaya bien”. ¿Pero realmente le iría bien? Para empezar se le iban a exigir unas capacidades técnicas que fuesen, como mínimo, equiparables a las de PS5 o Series X. Algo que no está al alcance ni siquiera de Nintendo. Las compañías como Sega o Nintendo no pueden permitirse seguir ese ritmo, y si lo hicieran, estaríamos hablando de consolas terriblemente caras que harían que los usuarios las ignorasen.

Sega no posee la infraestructura que tienen Sony o Microsoft, ni siquiera Nintendo la tiene. Hablo de algo tan complejo donde entran en juego desde la fabricación de componentes, hasta la adquisición de licencias de fabricación. Cosas que ya en el pasado hicieron que Nintendo renunciase a la carrera por la potencia, o que provocaron que consolas como Saturn fuesen más caras que su principal competidora del momento.

Tendríamos, o bien una consola cara que lo iba a tener muy difícil para competir con PS5 y Series X. O bien una máquina más modesta que recurriese a algún tipo de ingenio innovador que la hiciese interesante, tal y como lleva haciendo Nintendo desde DS. Sega nunca podría superar las prestaciones de las nuevas máquinas de Sony y Microsoft, y aunque milagrosamente lo consiguiese, y más milagrosamente aun lo hiciese con un costo bajo, el resultado no sería muy distinto, pues eso mismo es lo que lograron hacer con Dreamcast y ya conocemos todos el resultado…

La historia ha demostrado que la gente no quiere más consolas de Sega por buenas que sean.

Además está el problema de tener que decidir si se sigue operando como third party, o no. Si se opta por no hacerlo, todos los juegos de Sega pasarían a ser exclusivos de su nueva máquina. Esto haría que Sega perdiese cientos de millones al no poder vender sus juegos para otras plataformas, ya que como mucho podrían mantener sus divisiones de móviles y PC, pero nada más. ¿Queréis tener que comprar una consola específica para jugar al Sonic del 30 aniversario? Consola que, como ya digo, probablemente no sería barata…

La otra opción es seguir siendo third party, pero así su consola se quedaría sin exclusivos que la vendiesen. Además es posible que las otras third parties fuesen más recelosas a apoyar una máquina de una compañía que está compitiendo directamente con ellas en otras plataformas. ¿Qué alicientes habría entonces para comprar esta nueva consola de Sega? ¿Qué luzca el logotipo de la compañía? Sería necesario entonces que fuese una máquina con una propuesta muy diferente de las del resto, propuesta que además debería ser lo suficientemente interesante como para llegar al gran público.

Recordemos que aquí quién decide lo que triunfa y lo que no, es ese gran público, un sector que en su gran mayoría ni siquiera sabe qué es Sega, ni por qué debería comprar una consola solo porque lleve su nombre. Esto daría sentido a la campaña de Go Sega, destinada precisamente a dar a conocer la historia de la compañía al público general. ¿Pero de verdad cabe esperar que logre sus objetivos hasta el punto de hacer triunfar una nueva consola? Personalmente lo dudo horrores, por mucho que dicha campaña nos guste a los fans.

Es en estos fans donde recaería la responsabilidad de mantener vivo el nuevo sistema, pero seamos sinceros, ni somos suficientes, ni el fandom de Sega posee la madurez necesaria como para comprender que apoyar la consola es algo bueno para nosotros mismos. En este fandom somos más de tirar piedras contra nuestro propio tejado, rememorando una y otra vez los “fracasos” de la marca, en vez de recordad sus grandes hazañas. ¿Por qué alguien que no conoce Sega debería creer que es algo bueno, si ni sus propios fans son capaces de hablar bien de ella?

Eso por no mencionar que muchos, en cuanto viesen la tendencia al odio hacía la nueva máquina, correrían a posicionarse en contra de ella, como buenas veletas que se orientan hacia donde soplen las modas. Muchos de esos que se han pasado años pidiendo una “Dreamcast 2” correrían a criticar la nueva máquina en base a toda clase de estupideces tan solo por seguir la tendencia, tras lo cual no dudarían en culpar a la propia Sega de haberlo hecho todo mal.

Los rumores apuntan hacía un nuevo hardware revolucionario, y si...

Sega debería asumir unos riesgos enormes para lanzar una nueva consola, teniendo que hacer frente a los descomunales gastos de desarrollo y logística para hacer llegar su nueva máquina a todo el mundo. Recordemos que Sega ya apenas cuenta con filiales, de modo que debería depender de terceros para distribuir su propia máquina, lo que elevaría los costes. Eso, o volver a abrir sedes en cada país, lo que no sería precisamente barato…

Habría que mover miles de millones para poner en marcha algo así. ¿Y qué pasaría una vez llegase la consola a las tiendas? (Eso si es que llega y Sega no se echa para atrás antes…) Yo creo que todos, por mucha fe que tengamos puesta en ello, conocemos la triste respuesta. El público mayoritario le daría la espalda. De los fans, ni siquiera todos ellos estarían dispuestos a apoyarla. Y los medios encontrarían una estupenda fuente de clickbaits a base de atacar a la nueva máquina para pinchar a sus escasos usuarios.

El resto ya lo conocemos, una lenta agonía hasta que las arcas de Sega vuelvan a vaciarse y la maquina sea insostenible. ¿Y luego qué? Pues otro “muerto al hoyo”, y vuelta al mundo de las third parties, solo que con bastante menos dinero. Eso si, 10 o 20 años después de su desaparición, esta consola se convertirá en objeto de culto, se cotizaría a precio de oro, y todo el mundo se preguntaría qué pudo salir mal para que algo tan genial no triunfase, de lo cual no dudarían ni un instante en culpar a la propia Sega por “hacerlo todo mal”.

¿Eso es lo que queremos? ¿Otra consola de culto en la que confiamos cuatro gatos malcontados? ¿Una nueva crisis para Sega de la que tal vez no salga? Que conste que yo sería el primero en alegrarse de volver a tener consolas de Sega nuevas, y una vez más, pasaría por caja para hacerme con una. Pero seamos realistas y empleemos la lógica por una vez, la gente no quiere más consolas de Sega, lo han demostrado una y otra vez a lo largo de la historia, y el panorama no ha mejorado para propiciar el lanzamiento de una, de hecho diría que está peor que nunca…

No sabemos lo que va a anunciar Sega en unos días, lo más probable es que una vez más sea cualquier otra cosa y luego lleguen las habituales decepciones. Pero si realmente se tratase de una nueva consola, ya podéis ir abriendo los paraguas para la que se nos viene encima…

Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.