Opinión: Historias del fandom episodio 1


 

Este no es el “peligro biológico” de mi infancia.

 

Al igual que Sega cuando lanzó Sonic 4, no sé cuántos episodios acabará teniendo esto, pero aquí se inicia otra de mis series de artículos que irán llegando de forma aleatoria en el futuro. En este caso, y a pesar de lo que en un principio pueda hacer sospechar el título, no voy a hablaros del fandom de Sonic, de modo que no esperéis anécdotas chungas de esas que envuelven a Sally con presuntos restos óseos…

 

La idea de esta serie de artículos es traeros historias provenientes de otros fandoms por los que me muevo, ya que en muchos casos veo grandes similitudes y paralelismos con el de Sonic, lo que ofrece anécdotas curiosas que perfectamente se pueden aplicar al erizo y enseñarnos algo a todos de paso.

 

Seguramente los más avispados ya sepan de qué fandom me traigo esta historia, por supuesto es del de Resident Evil. Concretamente de algo de rabiosa actualidad, fruto de lo que personalmente considero uno de los fandoms más beligerantes y divididos del mundo del videojuego. Si, más que el de Sonic… Bastante más de hecho.

 

Esta historia probablemente no se la vais a ver contar a nadie más, ningún medio se hará eco, y probablemente a nadie le importe lo más mínimo. Sin embargo, nos viene a enseñar una valiosa lección a todos. Una lección que creo que a los seguidores del erizo nos viene muy bien. Esta historia trata sobre el poder que hemos ganado los usuarios en los últimos años, y como afecta de manera importante aunque a veces no nos demos cuenta.

 

Para resumir la historia previa sin aburriros demasiado con los pormenores de una saga de juegos que probablemente no os interese, Resident Evil vivió su salto a la modernidad con Resident Evil 4, que es básicamente el equivalente a Sonic Adventure para Sonic. Un título revolucionario que resucitó la franquicia y marcó el camino a seguir en el futuro, pero que trajo consigo grandes e importantes cambios.

 

Parecidos razonables…

Al igual que con Sonic, estos cambios fueron bien acogidos por la mayoría. De hecho con mejores resultados que los del erizo. Hasta el punto de que Resident Evil 4 se convirtió en todo un referente para muchos juegos posteriores de otras franquicias, revolucionando prácticamente los juegos de acción modernos.

 

Y ahí es donde estaba el presunto problema para algunos, en la “acción”. Pues una parte de los seguidores de la serie sintió que aquello era demasiada acción, y empezó el clásico lloriqueo de esencias perdidas, infancias arruinadas, y todas esas cosas que a los fans de Sonic nos resultan tan tristemente familiares…

 

Hasta aquí es otro caso más de usuarios (sean fans o no) que no aceptan que les cambien algo, cosa que hemos visto mil veces con mil franquicias. El fan tratando de proteger lo que cree que es suyo como un padre sobreprotector no deja salir a la calle a su hijo, impidiéndole enfrentarse al mundo y madurar por sí mismo.

 

La cuestión es que esto fue a más con el paso de los años, convirtiéndose en una bola de nieve rodante que crecía y crecía con cada nueva entrega que llegaba, solo que en vez de nieve estaba compuesta de una amalgama de bilis y lágrimas de adulto. Del resultado ya os he hablado alguna vez, con la sexta entrega se producía una explosión de odio absurdo como jamás he visto en este mundillo. Gracias podemos dar de no haber llegado aún a estos niveles con Sonic, pues ni siquiera lo de Sonic Forces es comparable a aquel vergonzoso espectáculo que dio el fandom de Resident Evil y que todavía continúa hoy en día.

 

A partir de ahí Capcom decidió que, o cambiaban las cosas, o tal vez iba siendo hora de dedicar su tiempo y recursos a otras franquicias menos polémicas. El resultado fue crear un título mucho menos costoso en cuanto a desarrollo, pero centrado en responder a las críticas, y apoyado por una brutal campaña de marketing para asegurarse de tapar cualquier posible queja.

 

Presuntamente todo esto acabó con el problema, o eso es lo que dicen los “grandes expertos” en la saga… ¿Pero lo hizo realmente? ¿O solo era pan para hoy y hambre para mañana? Aquí os he contado alguna vez como en ocasiones es el sucesor de un juego el que paga el pato de su predecesor, cosa que hemos visto varias veces con Sonic. El juego A es recibido aparentemente bien, mientras las quejas se acumulan en silencio. Cuando llega el juego B, este recibe de golpe todo el odio acumulado por su precursor, generalmente sin merecerlo.

 

Un juego, dos mundos.

¿Es esto lo que está pasado con el nuevo Resident Evil 8? El juego es la secuela directa del 7, y en principio cuenta con todo lo que fue aplaudido de su predecesor. De hecho, lo hace con un presupuesto apreciablemente mayor, y recuperando cosas que nadie pidió que fueran eliminadas. ¿Os suena? Es un caso muy parecido al de Sonic Colors y Lost World. Sin embargo, no es ese el ejemplo que os traigo.

 

Para eso debemos irnos a Japón, donde la tan odiada sexta entrega de la serie fue tremendamente bien recibida. La revista Famitsu le dio un 39/40 en una época en la que eran bastante más rigurosos con sus notas que ahora. Y fue el único lugar donde no solo se cumplieron las expectativas de ventas de Capcom, sino que de hecho se superaron. Japón no participó en esta explosión de odio que muchos trataron de vendernos como algo mundial, a pesar de que ni siquiera en America y Europa fuese algo en lo que todo el mundo estuviese de acuerdo.

 

Los japoneses no pidieron ningún cambio, no exigieron nada, no patalearon en las redes como un niño malcriado. Allí no se actúa así, o al menos no se hacía hasta que en tiempos recientes los japoneses parecieron empezar a decir “basta”. Aquí os he contado alguna vez como se “protesta” en Japón por un producto. Se hace de manera lógica y racional, como cabe esperar de un país de personas civilizadas.

 

Si un producto les gusta, comprarán el siguiente. Y si no les gusta, dejarán de comprarlo. Simple y llanamente. Ya se encargará cada compañía después de averiguar por qué algo se ha vendido o se ha dejado de vender. Así, sin lloros, educadamente, y dejando que sean los que fabrican el producto quienes decidan lo que creen más conveniente o no, estén o no equivocados.

 

Pero en los últimos tiempos los japoneses parecen haberse hartado, y con razón. Ven como cada vez más cosas se adaptan a los gustos occidentales dejándoles a ellos de lado. Ven como compañías japonesas diseñan productos japoneses acorde a las críticas occidentales, porque como decía aquel viejo refrán: “Quien no llora, no mama”. Y en este mundo donde “cuatro” individuos organizados actuando en las redes pues iniciar una campaña global de desprestigio, los japoneses tienen las de perder con su conducta civilizada.

 

La paciencia nipona se agota.

Esto no afecta solo a Capcom y Resident Evil, si investigáis un poco, veréis que en Japón existe un gran descontento actualmente por esto mismo. Incluso gigantes como Sony lo están sufriendo, y el resultado es lo que esta misma semana hemos visto saltar en los medios, pues parece que Resident Evil 8 se ha pegado un buen tortazo en ventas en el país del Sol Naciente, al menos en su lanzamiento. Mientras que en occidente está vendiendo bastante bien.

 

Lo más triste es que el juego seguramente habría gustado más en Japón que su precursor, pues recupera elementos que fueron innecesariamente eliminados, cosas que allí son apreciadas. Sin embargo esto les huele a, como ellos mismos dicen, otro juego de terror occidental que no va dirigido a sus gustos. En otras palabras, acaban pagando justos por pecadores.

 

Todo esto nos viene a demostrar dos cosas que no parecen terminar de entrarnos en la cabeza: Primero que lo que a nosotros nos guste o nos deje de gustar, no tiene por qué coincidir con el resto del mundo. Tenemos la fea y mala costumbre de hablar por todos los demás, como si estuviéramos en posesión de la verdad única universal.

 

“Todo el mundo odia la jugabilidad boost” ¿Os suena? Seguro que sí. ¿Es cierto? Ni mucho menos. Y en este caso no son solo los usuarios individuales que no estén de acuerdo los que están pagando el pato, sino un país entero. Un país que está viendo como algo creado por ellos se adapta por la fuerza a los gustos extranjeros. Y lo peor de todo es que las críticas se han reavivado en occidente, pues mucha gente se ha lanzado a las redes a criticar RE8 sin molestarse siquiera en jugarlo, medios incluidos.

 

Como usuarios tenemos una responsabilidad que poca gente parece comprender y practicar, Internet nos ha dado el poder de poder transmitir a los creadores cómo queremos que sean sus productos, pero como decía el Tío Ben, “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, y si algo nos gusta en la sociedad occidental actual, es ser unos irresponsables, como bien se está encargando de demostrar cierta pandemia…

 

¿Veis como estas cosas no le pasan solo a Sega?

¿Podría afectar a Sonic este cambio de actitud de los japoneses? Ahora están más activos en redes, y cada vez se quejan más por todo. Así que podría ser… Pero por suerte parece que allí Sonic sigue sin levantar grandes pasiones, o al menos así era hasta hace poco… Recordemos dónde está la sede principal de Sega, y de que nacionalidad es el Sonic Team. Tal vez decidan responder a toda esta “occidentalización” de alguna manera…

 

En cualquier caso, os cuento esto como una mera “anécdota”, una de esas que luego dan pie a cosas reales que nadie se explica de dónde han salido… Total, como nadie habla de ello… Luego algunos se extrañan de que no me sorprendan ciertas noticias, o creen que tengo realmente una bola de cristal que predice cosas que terminan pasando.

 

De un modo u otro, aquí os dejo este primer capítulo de curiosidades y anécdotas de otros fandoms que no son el de Sonic. Algo que espero que sirva de referencia para lo que nos pueda venir en el futuro, o de lo que podamos aprender algo útil. Por cierto, tras escribir esto me voy directo a seguir jugando a RE8, juego con el que me lo estoy pasando en grande. Recordad siempre que hay que probar las cosas por uno mismo y no fiarse de lo que digan los demás.

 

Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.