Opinión: There's no time to play games



Cuando no podemos jugar como nos gustaría

Esta vez vengo a hablar de algo que a buen seguro ha experimentado todo jugador, o que tarde o temprano acabará experimentando. Y es el hecho de no poder jugar de la forma en la que a él le gustaría debido a circunstancias como la falta de tiempo libre, y otras causas como la llamada “acumulación de juegos”. Y es que para bien o para mal, parece que cuanto más se adentra uno en este mundillo, más le cuesta seguir el ritmo que impone.

Sobre la falta de tiempo tampoco hay mucho que explicar, hay que hacer otras cosas en esta vida, es completamente necesario y bueno. Pero el día solo tiene 24 horas, y los juegos suelen requerir buena parte de ellas para poder ser disfrutados. Llegado a este punto da igual si se es un niño o un adulto, pues a pesar de que mucha gente asegura que de pequeño tenía tiempo para jugar, lo cierto es que el colegio es una tarea casi de jornada completa que no termina ni al llegar a casa.

En mi caso particular no creo que ahora tenga menos tiempo que en mi niñez para jugar, lo que si tengo claro es que antes lo aprovechaba más, y esto es algo que seguro os resultará familiar a muchos. No son pocos los que culpan a la industria y su evolución de esto, argumentando que los juegos de antes se exprimían más que los de ahora, pero lo cierto es que basta con ver a cualquier niño de hoy en día jugando para darse cuenta de que somos nosotros los que hemos cambiado.

Los niños suelen ponerle más empeño a las cosas, son capaces de ponerse a jugar a prácticamente cualquier juego y terminárselo a base de pura insistencia. Y sin sacarle apenas pegas, adaptándose a bugs y demás problemas. Los que hoy ya no somos niños sabemos que antes nos pasábamos cosas que hoy en día nos costarían, y que éramos más constantes y exprimíamos más los juegos (y sin fijarnos tanto en los defectos). Pero no por como hayan cambiado los juegos, o porque ahora tengamos más o menos tiempo. Aunque son cosas que también pueden influir.

En realidad la principal razón por la que ocurre esto es más simple de lo que parece; en la niñez es difícil conseguir juegos, dependemos de que nos los compren y no solemos tener libertad total para elegir el juego. Además cualquier niño que juegue a videojuegos está básicamente empezando y descubriendo un mundo nuevo, con suerte tendrá una o dos consolas (a no ser que sea millonario, claro). Sus recursos para jugar son mucho más limitados, lo que hace que pueda invertir sus horas de ocio en una menor cantidad de juegos.

La perseverancia de la infancia.

Si te compras cinco juegos al mes, lo más probable es que alguno de ellos se quede sin siquiera empezarlo, y algunos más se queden a medias. Pero cuando te compras uno cada tres meses, entonces lo exprimes hasta la última gota. Incluso aunque ya hayas conseguido el 100%, seguirás rejugándolo una y otra vez. Aunque sea para deambular por los niveles probando cosas, o tratando de superar récords y logros a veces autoimpuestos en plan “a ver si soy capaz de pasarme esta fase sin saltar”, o “voy a intentar completar el juego sin disparar”.

Este es el tipo de cosas que se hacen cuando tenemos acceso a pocos juegos y debemos sacarles el máximo partido posible. Sin embargo cuanto mayor acceso a juegos tengamos, irónicamente menos jugaremos. ¿Por qué? Básicamente por saturación. Es como ir a un buffet libre, no puedes comerte todo lo que hay allí, y acabaras harto de comida por mucho que te pongan delante tu plato favorito. Sin embargo si te pasas un día entero sin comer, te comerás hasta la comida que más odies e incluso te sabrá bien. Pues esto viene a ser más o menos lo mismo.

La primera vez que fui consciente de esto fue con la primera PlayStation, que no se como sería en otras partes del mundo, pero aquí en España era la reina de la piratería. Fue la primera y casi la única consola en la que me rendí a la piratería, y fue así porque descubrí que tener acceso a tantos juegos no era algo precisamente bueno. Y es que la piratería no solo perjudica a la industria, también perjudica en parte al propio jugador. Se tiende a pensar que cuantas más cosas puedas jugar, mejor. Pero la realidad es muy diferente.

Ya entonces me di cuenta de que me limitaba a títulos concretos, y de cada cinco que conseguía, acababa jugando uno o dos mientras que el resto tenían que esperar. No quería comprar juegos que luego no iba a jugar, así que empecé yo mismo a autolimitarse y a no querer jugar por encima de lo que era capaz de jugar. Desde entonces sigo auto-imponiéndome estas reglas, procurando escoger bien a qué juego u qué prefiero dejar para más adelante, o directamente evitar.

Sin embargo hoy en día existe la tendencia de que hay que jugar a todo, de que hay que pasarse el juego del momento lo antes posible y correr a Internet a demostrar lo mucho que sabemos. Como si de pronto todo el mundo fuese profesional de los videojuegos y estuviese obligado a estar al día de todo cuanto se juega. Es como una absurda competición sin reglas en la que la gente acaba jugando por obligación, como si fuese un trabajo o algo así, en lugar de jugar como el entretenimiento que es.

¿Hoarder o gamer?

Seguro que más de una vez habéis escuchado a alguien decir que se tiene que pasar tal o cuál juego, o a vosotros mismos os ha pasado. Hay que jugarse esto y aquello, como si fuera una imposición, olvidándonos de que no es más que un medio de entretenimiento con el que pagamos para pasarlo bien. Cada vez son más los que se “auto-esclavizan” sin tener porqué, pues no están involucrados en la industria del videojuego profesionalmente, nadie les paga por “estar al día”.

Además es prácticamente imposible jugar a todo, por lo que quienes acaban cayendo en esto, acaban en muchos casos convirtiéndose en “haters” de otros juegos al no ser los que están de moda. Algo así como que si ya les cuesta jugar a los cuatro o cinco juegos de moda del mes, como para encima ponerse a pasarse juegos del bicho azul ese que corre. ¿Qué se hace entonces? Marginar a esos juegos, ignorarlos, o incluso atacarlos. “Si no lo juego es porque es tan malo que no merece mi atención”, y es aquí donde nace mucho hater.

Actualmente tenemos mayor oferta de juegos que nunca, pues tenemos los sistemas actuales, los sistemas retro, los móviles, los juegos indie, cientos de emuladores con millones de clásicos, juegos free to play, hacks, fangames, betas, reediciones HD, recopilatorios, y montones de cosas más. Todo esto genera una saturación en los usuarios que es como ese buffet libre en el que pueden comer hasta reventar, incluso gratis. ¿Pero se está valorando y disfrutando realmente lo que se juega? ¿Se está sabiendo apreciar?

Sin embargo hay una pregunta más importante: ¿Nos hemos vuelto demasiado exigentes ante tanta oferta? Todos tenemos la imagen del multimillonario encendiéndose el puro con un billete en llamas, alguien para lo que eso ya no es dinero si no simple papel. ¿No le estará pasando eso a mucha gente con los juegos? Hemos visto dilapidar títulos por autenticas estupideces, como el niño malcriado que quema su recién estrenada bicicleta de lujo solo porque no es del color que él quería.

Y en el fondo la falta de tiempo para jugar en muchos casos se basa en algo parecido, pues cuentas veces nos habrá pasado de tener por delante un par de horas libres y habérnoslas pasado tratando de decidir a qué juego jugar, en vez de ponernos a jugar a uno. O emplear ese tiempo libre en meternos a Internet a hablar de juegos en vez de jugar esos juegos. ¿Será que no valoramos lo que tenemos? ¿Será que no somos capaces de organizar nuestro tiempo? ¿Será que estamos algo saturados? ¿O quizá sea un poco de todo?

No es fácil encontrar tiempo para jugar.

Tal vez sea hora de que dejemos de tratar de ser un gurú de los videojuegos y simplemente nos limitemos a jugar a lo que nos gusta, es por lo que lucho yo a diario, para poder volver a jugar como jugaba antaño. No son pocos los que me vienen diciendo que tengo una pila de juegos pendientes por pasar, pero prefiero pensar en los que ya me he pasado y tomármelo con calma para ir jugando al resto, que terminar no jugando a nada o no valorando cada título como merece.

Los juegos son para divertirse, disfrutar, y olvidarse de los problemas cotidianos por un rato. No algo que haya que hacer por obligación por alguna clase de absurda competencia social. Así es al fin y al cabo como se juega cuando se es niño, o al menos era así antes, porque hoy ya no sabe uno que pensar con tanto crío youtuber aparentando saberlo todo. Pero eso es otro tema que quizá trate otro día, o quizá no… En cualquier caso os recomiendo no olvidar nunca la razón por la que os gustan los videojuegos, y tenerlo siempre presente antes de jugar.

Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.