Opinión Las críticas mataron a la crítica



Opinión Las críticas mataron a la crítica

Cuando “todo es malo”, es difícil saber si algo es realmente malo

Actualmente vivimos en una sociedad cada vez más bañada de cinismo, odio, y quejas absurdas. Las personas vuelcan en Internet sus frustraciones, y sufrimos estos efectos de formas muy diversas. Aquí he hablado muchas veces de esos efectos, pero hay uno que no he tratado hasta ahora. Y es que curiosamente el principal perjudicado de que hoy en día todo el mundo se crea crítico, es precisamente la crítica.

Para entender esto, pondremos como ejemplo al erizo. Si, sabemos que el acoso y derribo a Sonic son constantes, raro es el día que no nos encontramos a alguien vomitando bilis sobre la mascota de Sega. ¿Pero qué pasa cuando algo es permanentemente vapuleado durante años? Pues que llega a convertirse en algo que es absolutamente imposible de criticar objetivamente.

Supongamos que mañana sale un juego de Sonic verdaderamente malo, algo prácticamente injugable en plan Sonic Genesis de GBA. ¿Acaso sería realmente posible decir que es malo sin que todo aquel que lo no lo haya probado dé por sentado que es el típico odio al erizo? Sería muy complicado analizarlo, porque si dices que está lleno de bugs, o que no es digno de llamarse “Sonic”. ¿Quién te va a creer? Cuando son el tipo de cosas que se dicen sistemáticamente de cualquier juego del erizo.

Y tampoco hace falta irse al caso extremo de que un juego completo sea un desastre, si no simplemente a la hora de criticar pequeñas cosas. Pongamos que sale un juego principal muy bueno, pero en el que la trama no tenga nada que ver con Sonic ni los personajes se comporten en absoluto como ellos mismos. ¿Qué íbamos a decir? ¿Qué ese no es el Sonic de nuestra infancia? ¿Qué se han cargado la esencia del personaje? ¿Quién iba a leer eso sin dar por sentado que es la clásica crítica genérica al erizo?

¡Que viene el lobo!

Y esto no es ni mucho menos patrimonio exclusivo de Sonic, y ni siquiera de los juegos en general. Es aplicable a muchas otras cosas de la vida. Antes por ejemplo teníamos críticos de cine, era una profesión, había críticos de cine reputados. Hoy en día aunque todavía quede alguno, a nadie le va a importar lo más mínimo su opinión, pues aquí todos somos críticos expertos y podemos decir lo que queramos aunque no tengamos ni pajolera idea de lo que hablamos.

Es como el clásico cuento de Pedro y el Lobo, tanto avisar de que viene el lobo sin ser cierto, que llega el día en que viene de verdad y nadie se lo cree. El problema aquí es que ahora no tenemos un solo pastorcillo mentiroso, si no todo un ejército tomando las redes. Lo peor es que también anula la cada vez más escasa crítica positiva, pues es rápidamente tachada de fanboyismo en medio de la vorágine de odio masivo.

Cada vez es más difícil analizar objetivamente algo y que se tome en serio, no importa que se derroche objetividad y profesionalidad, ni que hacer un esfuerzo por ser justo al margen de gustos personales. Nunca faltará quién te tache de hater o fanboy según le convenga, sin importar en absoluto la trayectoria profesional o lo que ese medio haya hecho hasta el momento.

Irónicamente ha sido Internet, el medio que ha convertido a todo el mundo en crítico, quién ha matado a los críticos de toda la vida. Todo el mundo sabe más que nadie, todos son expertos en todo. Y si de un tema no saben, se lo inventan y es verdad porque ellos lo valen. En un ambiente así, a cualquiera que tuviese la vocación de ser crítico o analista se le quitan muy pronto las ganas de serlo.

Hasta los críticos animados están en peligro de extinción.

Todo el odio incontrolado provoca una insensibilización a las quejas, una espesa niebla entre la que es imposible recibir información como es debido, y entre la que se navega a ciegas por Internet. Ya ni siquiera basta con decir “bueno pues paso de críticas y opiniones y busco solo información”, porque hasta la propia información, lo que debería ser objetivo si o si y estar completamente libre de opiniones personales, no lo está.

Por ejemplo te pones a buscar información sobre cuantas horas de duración media tiene un juego, para saber si te compensa pagar el precio inicial o esperar. Te metes en un sitio donde se habla de ello, y en vez de un simple cálculo del tipo “el juego dura unas 8 horas aproximadamente”, te encuentras con la opinión no solicitada del juntaletras de turno sobre si es bueno que un juego sea largo o no, divagaciones varias sobre temas que ni siquiera tienen que ver (como su mancillada infancia), o si al tipo le gusta más otro juego que no viene a cuento.

O lo que es peor, te topas directamente con información falsa sacada de a saber donde, o directamente de apreciaciones personales porque al tipo se le ha hecho corto el juego aunque no lo sea. Es como una densa nube de humo en la que el lector acaba luchando por conseguir algo de información útil, algo que cada vez es más complicado encontrar. ¿No es esta la sociedad de la información? ¿No era Internet una puerta abierta para conocer cualquier cosa al instante?

Internet se ha convertido en un pozo de mentiras donde cada vez es más irreconocible la verdad, cada vez es más difícil saber cuándo viene realmente el lobo, y cuando estamos siendo victimas de un pastorcillo mentiroso que tal vez solo busca guiar su rebaño de borregos por donde a él le interesa. Al final la gente termina por hacer caso omiso de todo esto por puro hastío, lo que irónicamente convierte la sociedad de la información en la sociedad más desinformada de todas.

Bienvenidos a Internet.

¿Será posible volver a hablar de algo objetivamente sin ser acusados de esto o aquello? ¿Será posible volver a encontrar información veraz y exenta de opiniones personales? ¿Será posible volver a confiar en lo que nos cuentan? Eso depende de cada uno, pues es de forma personal cómo debemos filtrar la información y saber de cuál nos podemos fiar y de cuál no. Cada vez es más complicado encontrar fuentes limpias de información, pero rindiéndose y dejando de buscarlas, lo único que conseguiremos es que se extingan del todo.


Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.