Opinión: Fanboyismos.
Cuando la gente sigue
luchando en una guerra que ya hace tiempo que acabó.
Hace unas semanas, Phil Spencer, máximo responsable de la división
de juegos de Microsoft, criticaba las guerras de odio entre usuarios y pillaba
a más de uno por sorpresa. Parece que las compañías de hoy en día ya no solo no
están a favor de estas guerras de consolas, si no que las critican como algo
perjudicial tanto para ellas mismas como para los usuarios. ¿Pero por qué? ¿Hay
que criticar también la guerra consolera de los 90? Hoy veremos que ocurre con
esto y con ese tipo de persona que ahora se denomina “fanboy”, o lo que de toda
la vida de ha definido como un fanático radical
Cualquiera con dos dedos de frente que dedique unos minutos
de su vida a plantearse esto del fanboyismo, acaba por darse cuenta de que es
una estupidez que le perjudica a él mismo y que no tiene sentido alguno. Sin
embargo muchos se empeñan en seguir manteniendo vivas batallas de tiempos
pasados, o en crear nuevas contiendas que simple y llanamente no tienen razón
de ser. Si ya de por sí es bastante lamentable ver a personas adultas
atacándose entre ellos como críos por algo tan “trivial” como son los
videojuegos, más lo es hoy en día que ni las propias compañías apoyan estas
cosas y de hecho las definen como algo dañino para ellas mismas.
¿Pero cómo empezó todo esto? Es algo que conviene recordar
porque hay más de uno que se piensa que esto ha sido de siempre así, y no. En
los primeros años del mundo del videojuego la gente simplemente se limitaba a
jugar sin pararse a mirar la marca del aparato que estaban usando, del mismo
modo que cuando no ponemos a ver la tele nos da igual que sea de tal o cual
marca, o no escupimos el café indignados al ver que marca es la cafetera con la
que ha sido hecho no es de nuestra simpatía. Si tú tenías el sistema de la
marca X, y tu amigo tenía el de la marca Y, os ibais unas veces a casa de uno y
otras a casa del otro a fin de poder disfrutar de los juegos disponibles en
ambos sistemas.
Phil Spencer de Microsoft critica el odio entre usuarios, y tiene razón. |
Ni siquiera a finales de los 80 había guerra alguna de
consolas, mucha gente se imagina a fanboys de NES y de Master System atacándose
verbalmente comparando colores y resoluciones de pantalla, pero lo cierto es
que entonces la única disputa era la que había entre las compañías que buscaban
un hueco dentro de esta industria. Una de esas compañías que buscaba hueco era
Sega, que como tantas otras trataba de sobrevivir al monopolio casi total de
Nintendo, no quedándole más remedio que iniciar agresivas campañas de marketing
para abrirse camino, cosa que funcionó bastante bien.
El problema fue que nos encontrábamos en una época en la que
el público objetivo de las compañías de consolas eran los niños y los
adolescentes, pues el público adulto huyó hacía los ordenadores personales tras
el descalabro de la industria a principios de los 80. Y claro, ese público
objetivo no disponía de ningún nivel adquisitivo, estamos hablando de niños que
simplemente pedían el juguete “cool” del momento y que dependían de lo que sus
padres les quisieran comprar. ¿Cómo explicarle a un padre en esas edades que
queremos dos consolas porque una tiene X juego y la otra tiene Y juego? Si ya
era harto difícil que nos comprasen una sola, tener dos era un sueño imposible.
Las compañías lo sabían, quien compraba una consola no veía
la necesidad de comprar otra. Daba igual que el niño en cuestión lo pidiese con
todo el convencimiento del mundo, los padres simplemente no lo entenderían. Las
compañías ideaban estrategias de marketing para que el publico entendiese lo
que les estaban vendiendo, así nació “la guerra de los bits”, para que cuando
al niño le preguntase su padre por qué demonios debía comprarle una segunda
consola, este pudiera decirle “¡Es que tiene el doble de bits!”, aunque ni
padre ni hijo tuvieran la menor idea de qué demonios era un “bit”, pero al
menos se podía pensar así que ya por eso el sistema era el doble de bueno.
El inicio de la “Guerra de las Consolas” en los 90. |
Fue aquí donde las compañías se vieron forzadas ya no solo a
vender sus productos, si no a atacar también a los de la competencia, pues si
un usuario compraba una consola de una marca concreta, ya no compraría la de la
otra. Nintendo lo sabía e intentaba
monopolizar el mercado ahogando a la competencia, y a su vez la competencia respondía
agresivamente, como hizo Sega. “¡Eh niños, no os compréis esa porquería de
consola, esta es mejor, la que compran los niños que molan!”. Toda esta campaña
de marketing dirigida a los niños tuvo un efecto inmediato, discusiones en el
patio del colegio, burlas hacia otros niños simplemente porque no tenían la
consola “cool” que fuese, niños discutiendo a voces en plena calle sobre bits o
megas, etc.
Esta batalla al menos tenía un sentido, se hizo por un
motivo, con un propósito, y al fin y al cabo éramos niños “jugando”, una
rivalidad sin malicia. El problema vino cuando algunos de esos niños fueron
creciendo y mantuvieron vivo ese odio y fanatismo cuando ya no tenía sentido
alguno. Personas adultas con un poder adquisitivo que les permitía comprarse
todas las consolas del momento, limitándose a sí mismas de comprar únicamente cierta
consola solo porque era de la amada marca de su infancia. Absurdo e inmaduro
si, pero es lo que muchos aun hoy en día siguen haciendo.
¿Qué sentido tiene limitarse a uno mismo las opciones de
algo diseñado para el entretenimiento? ¿Por qué privarse de jugar a ese juego
que en el fondo sabes que te gusta solo porque lo fabrica una compañía que
odias sin motivo? ¿Tan profundo quedaron marcados algunos que al crecer no se
dieron cuenta de que estaban haciendo el ridículo y perjudicándose ellos
mismos? Pues parece que si, y lo que es peor, le pasaron el testigo a las
nuevas generaciones… Son muchos los usuarios que hoy en día mantienen vivas
estas guerras de fanboyismos a pesar de no haber vivido siquiera aquellos locos
años de principios de los 90, simplemente porque ven a otros hacerlo.
Imagen muy habitual en nuestros días, al final pagan justos por pecadores. |
Ahora estos fanatismos absurdos perjudican a las compañías,
el público objetivo mayoritario ya no son solo niños, si no que en su mayoría
son adultos. Adultos que en algunos casos se niegan a comprar un producto de
calidad tan solo por ser de una marca concreta. Esto perjudica las ventas, pues
esa persona en lugar de comprarse una consola de Sony y otra de Microsoft por
poner un ejemplo, se compra solo una de ellas ya que odia la otra porque si.
Además estas guerras de usuarios dañan en general la imagen del mundo del
videojuego, que cada día parece más un entretenimiento de energúmenos que solo
saben quejarse y comportarse como niños malcriados llorones.
Pero todo esto trae otra consecuencia negativa más, y es que
debido a estos odios y fanatismos hemos llegado a un punto en el que cada vez
es más y más difícil criticar, o alabar un juego o compañía sin que venga
alguien poniéndote de fanboy a la minima de cambio. A mí por ejemplo me han
llegado a llamar hater/fanboy de todas las compañías de consolas que hay, incluso
alguna vez me llamado hater de Sonic… Da igual que se argumente apropiadamente,
en cuanto alguien quiere trollear y desacreditar lo que dices, le basta con
señalarte con el dedo al grito de “¡Fanboooyy!”
Supongo que a veces la única forma de saber que eres neutral
es comprobar como gentes de todos los “colores” te consideran su rival, porque
eso significa que te mantienes en el medio y no en los extremos. El equilibrio
es bueno, mantenerse mediador y criticar solo cuando proceda, y lo mismo para
elogiar. Los extremismos solamente traen problemas, y ciegan a la hora de ver
como son las cosas realmente. Es estupendo ser fan de algo con pasión, pero
nunca traspasando la barrera del radicalismo enfermizo, pues el primer
perjudicado de hacer esto serás tú mismo.
Si de verdad amas los videojuegos, demuéstralo. |
Por lo general explicar las cosas calmadamente y con
detalles es la mejor forma de hacerse entender y de hacer llegar el mensaje que
estamos tratando de dar. Yo no se vosotros, pero a mí en cuanto me viene
alguien en plan fanboy o hater de algo prefiero ignorarle a él y lo que dice,
porque ya se por la experiencia de muchos años que no va a atender a razones y
que tratar de razonar con alguien así solo va a derivar en una discusión
acalorada en la que acabaré teniendo la sensación de estar hablándole a la
pared. Eso o trollearle con ironías y sarcasmos, algo que quizá no este bien,
pero es una buena válvula de escape ante gente que no atiende a razones.
Las opiniones vertidas en esta columna son de
exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan
necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.