Admito que quedé un poco triste cuando dejé Sega para formar mi propio estudio, pero no porque estuviera abandonando la compañía y los colegas que me habían apoyado por años. Estaba consternado porque no pude cumplir mi última meta: matar a Sonic the Hedgehog.

Había hecho un proceso signiticativo; títulos abismales como Sonic Shuffle y Shadow the Hedgehog fueron un largo camino para perder la confianza y probar el límite de la paciencia de los jugadores. Sin embargo, el trabajo quedó lejos de ser hecho.  Antes de que dejara Sega, secretamente me reuní con el Sonic Team para trazar un objetivo final: La franquicia de Sonic debía morir, y no importaba el costo.

Ellos aceptaron su misión con alarmante entusiasmo. El equipo hizo terribles e incongruentes conceptos (...) Expandieron el grupo de repulsivos amigos antropomorfos de Sonic, incluído un romance entre un erizo y un humano, ¡e incluso lo pusieron en un skate volador dos veces!, estaba demasiado alegre.  “Esto es difícil incluso de jugar”, reí y jugué Sonic and the Secret Rings. “Misión cumplida.”

No había contado con ustedes, los jugadores, arruinando mis planes. No importa cuanto el Sonic Team trate de crear un juego que incluso un fanático absoluto jamás pudiera amar, ustedes estúpidos siguen comprando esta basura.  Seriamente, ellos transformaron a Sonic en un “werehog,” lo que sea que demonios eso sea.  Piensen por un segundo; ¿qué parte de “werehog” suena incluso remotamente no estúpido?  Eso no les importa, aparentemente.  Si es Sonic (o uno de sus insípidos amigos,)  se lo tragarán completo y pedirán más.

Esta es mi petición: Paren.  Les ruego, dejen a Sonic morir con algo de dignidad.  No hagan que el equipo sufra la humillación de crear otro juego donde Sonic se transforme en algún genio o un dragón…o algo con un trasero mágico.  Porque ahí es donde las cosas van, y si eso no los detiene, que el cielo nos ayude.