Opinión: Sonic, así vivi su nacimiento

El nacimiento de Sonic desde la perspectiva de un fan que ya lo era entonces. 

Probablemente algunos ya me conozcáis como panelista de La Hora del Erizo, pero para los que no haré una breve introducción sobre quien es este tipo que a partir de ahora dejara caer sus opiniones sobre Sonic y sobre el mundo de los videojuegos en general.

Soy viejo, lo reconozco. Y gracias a ello llevo ya muchos años en esto de los videojuegos, prácticamente toda la vida, y eso son ya 3 décadas. He vivido como la industria entera de los videojuegos se desplomaba y se volvía a levantar. He vivido el auge de Nintendo y de Sega en los años 90, así como de sus mascotas, Mario, y por supuesto Sonic.

Del erizo llevo siendo fan desde el año 1991, año en que nació Sonic, y he seguido siendo fan ininterrumpidamente desde entonces, incluso en las épocas mas duras como la etapa de Saturn.

Con todo esto intentare ofreceros periódicamente distintas opiniones sobre el pasado, presente, y futuro de Sonic, de Sega y de los videojuegos en general. Espero que os guste.

Para empezar nada mejor que repasar como fue el nacimiento de nuestro erizo hace ya más de 20 años. Supongo que ya estaréis hartos de escuchar la misma historia, pero esta vez la escucharéis de boca de alguien que entonces era un mero usuario de videojuegos como vosotros lo sois ahora. Es decir, no escuchareis otra vez la historia de Mr. Needlemouse y el conejo que alargaba las orejas, si no la de un niño de 10 años que un día conoció a un tal Sonic el Erizo cuando poca gente más lo conocía.

Mas adelante os iré contando como fueron las distintas etapas de Sonic, pero hoy nos centraremos en su nacimiento y en como se vivió.

Fue a finales del verano del 91 cuando tuve el primer contacto que yo recuerde con el erizo, a un amigo mío le acababan de regalar una consola superpotente que mostraba juegos alucinantes como los de los arcades de entonces. Nos invitó a su casa  contemplarla como la enorme innovación de lujo que era entonces. Uno de los juegos con los que se la compro, se lo había recomendado el dependiente de la tienda donde la adquirió, era “un juego muy bueno que acaba de salir hacia poco”. El conectarlo, el bofetón de colorido, y calidad técnica fue enorme. Aquello superaba todo lo visto en consolas hasta entonces, y casi en arcades. El personaje se movía con total y absoluta fluidez por unos escenarios retorcidos y llenos de loopings y halfpipes, recogía relucientes anillos de oro que realmente parecían de oro y no pintados de amarillo como en otros juegos. Las flores que se movían, el agua que corría en forma de cascadas, el océano a lo lejos, las palmeras, las montañas… Había infinidad de detalles, tantos que uno no sabia donde mirar.

Tan absortos nos quedamos los invitados a presenciar semejante prodigio técnico, que nos distraíamos del juego en si siendo victimas de mas de un avieso motobug, o cayendo en más de un foso de pinchos. Lo que provocó la desesperación del anfitrión que nos quitaba el mando argumentando que no sabíamos jugar y le desesperábamos. Debido a esto no pude jugar todo lo que me habría gustado, pero aquello fue el origen de algo, algo muy grande que cambiaria mi vida para siempre.

Tras aquello una cosa quedó clara, debía conseguir mi propia consola, y esa consola debía ser de Sega, y Sonic debía ser el juego al que jugase en ella. Pero uno es de origen humilde y en los sucesivos meses lo único que pudo hacer es rogar tener su propia consola. En estos meses de peregrinación pude probar el juego del erizo en más ocasiones, y también su versión para Game Gear, que entonces me parecía tan impresionante como el grande, aunque fuese de un sistema inferior técnicamente.

Al mismo tiempo Sonic comenzaba a inundarlo todo, se apoderaba de las revistas de videojuegos de la época, aparecía en cromos de pastelitos junto con otros juegos de Sega, se veía a otros niños llevando mochilas de Sonic, incluso recuerdo haber visto una vez un Sonic enorme dibujado con tiza en la fachada de una casa. Cosa nada extraña, pues yo mismo y mis amigos dibujábamos al erizo en todo aquello donde pudiéramos hacerlo, por la calle también.

Al principio la gente se mostraba reticente, algo muy común entonces con todo lo que tuviera que ver con videojuegos, ya que no tenían la aceptación que tienen ahora. Pero poco a poco la gente fue cayendo en el fenómeno, y cada vez veía a más gente hablando del erizo, y cada vez más personas con consolas de Sega.

También nacía la rivalidad entre Sega y Nintendo, y cómo no entre Sonic y Mario. Eran habituales las discusiones incluso en plena calle sobre qué personaje era mejor, o cuál consola era más potente. Quizá a los fans más jóvenes os cueste imaginarlo, pero entonces la batalla entre Sega/Sonic y Nintendo/Mario sólo era comparable a la rivalidad entre equipos de futbol, sin exagerar.

Al año siguiente la noticia de un nuevo Sonic nos llegó -como no podía ser de otra forma- por medio de las revistas. Recuerdo que me llamó especialmente la atención el hecho de que por fin Sonic fuese a tener un compañero. Mario (el archienemigo por entonces) tenia a Luigi además de otros personajes, pero Sonic estaba sólo en su lucha contra Robotnik (si, Robotnik). También recuerdo que el amigo que me presentó a Sonic tiempo atrás se emperró en decir que Tails era una chica, y de hecho estuvo llamándola “la Tails” durante bastante tiempo.

Finalmente la peregrinación termino en las Navidades de ese mismo año, cuando al fin conseguí mi propia consola. No era una Mega Drive, eso era demasiado caro, así que tuve que conformarme con una económica Master System. Era eso, o seguir peregrinando hasta dios sabe cuando. Poco después de adquirirla pude comprarme al fin mi primer Sonic en propiedad, el Sonic 1 de Master System. Entonces me daba igual que no fuese el de Mega Drive, yo era más que feliz.

Por suerte podía seguir las peripecias del erizo en la consola de 16 bits de Sega gracias a mi amigo, con el que pasaba larguísimas tardes enteras jugando a Sonic 2. Mientras que al volver a casa era el Sonic 2 de 8 bits el juego al que dedicaba las horas. También comenzó a emitirse la serie de Adventures of Sonic the Hedgehog, y recuerdo perfectamente el día que se estrenó y la expectación que tenia. Era una serie extraña ya en ese entonces, pero dios mío, era ver a Sonic en la tele, y eso era más que suficiente.

En las Navidades de aquel año mi regalo fue el recién estrenado Sonic Chaos para Master System. Fue probablemente el último gran juego de Sonic que jugué en Master System antes dar el salto generacional, y no pudo ser de mejor manera pues Sonic Chaos me encanto. Por fin podía jugar con Tails en mi Master System, y hacer el spin dash, y otras cosas de los Sonic de Mega Drive. Al año siguiente se anunció una continuación de Sonic Chaos (Sonic Triple Trouble) y se dijo que saldría en Master System, pero ya me olía el final de la consola puesto que cada vez salían menos juegos para ella, y finalmente Sonic Triple Trouble jamás llego a salir en Master System. Era hora de dar el salto a Mega Drive, pero la economía no lo permitía…

En 1994 el erizo alcanzo su máximo esplendor, la cobertura que dio Sega al lanzamiento de Sonic 3 fue algo nunca visto hasta la fecha. Anuncios en televisión, grandes artículos y portadas en revistas, incluso gigantescos carteles por la calle. Sonic 3 era espectacular en todos los sentidos, y fue entonces cuando dije “basta”. Había que conseguir una Mega Drive, lo permitiese la economía o no. Con esto en mente me lancé a realizar un gran sacrificio y vendí casi todos mis juegos de Master System para poder comprarme una Mega Drive nueva con Sonic 1 y dos mandos. Aún recuerdo como si fuera ayer el día que me compré la Mega Drive, y cómo al salir con ella de mi tienda habitual de barrio grité en plena calle de pura felicidad, lo que provocó que el dueño de la tienda saliera asustado pensando en que me la estaban robando.

No tardé en hacerme con mis propios Sonic 2 y 3, y cómo no con Sonic & Knuckles en cuanto salió a la venta unos meses después. El hecho de ver al fin completo Sonic 3 no tenía precio, uno estaba ante el mejor juego de Sonic con diferencia, un juego que dejaba en pañales todo lo anterior. Recuerdo perfectamente esos meses entre que me compré Sonic 3, salió Sonic & Knuckles, y el cómo experimentaba con el level select y el debug mode para tratar de acceder infructuosamente a aquellos niveles perdidos y esos caminos secretos que se veían en los niveles de Sonic 3. Cuando al fin pude acceder a todo ello con Sonic & Knuckles, fue una explosión de ilusión como no os podáis imaginar.

Al año siguiente pude hacerme con un Mega CD de segunda mano. En aquel entonces tener un Mega CD no era precisamente fácil, pues ya de por sí tener una Mega Drive era algo muy costoso como habéis podido ver, pero al final pude hacerme con una buena oferta y gracias a eso pude disfrutar en su día del genial Sonic CD. También pude comprarme al fin mis propios Sonic Spinball y Dr. Robotnik’s Mean Bean Machine, dos juegos que me encantan y a los que les tengo muchísimo cariño a pesar de lo que digan las criticas.

Actualmente tengo más de 100 juegos de Sonic e infinidad de cosas de él, pero como veis, todo tuvo un comienzo de lo más modesto. Aunque, lo importante no es tener muchas cosas de Sonic, si no la pasión que sintáis por el.

Pues hasta aquí hemos llegado por hoy, espero que os haya gustado y nos vemos en la próxima columna de opinión, con más batallitas de abuelo y reflexiones sobre el erizo.

Un gran saludo a todos.

Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Sonic Paradise.